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Para los que no conozcáis el "Antinatalismo"; se trata de una corriente filosófica cuya premisa se apoya en el que el hecho de tener hijos es inherentemente inmoral, y por lo tanto deberíamos parar, o en su defecto, disminuir, la cantidad de niños engendrados. Esto es debido a que cualquier ser humano, y esto lo sabemos de primera mano, está predestinado a sufrir. El sufrimiento puede ser más leve o más grotesco, pero todos sufrimos, todos hemos sufrido. Y como un niño aún no engendrado no nos ha dado su consentimiento de serlo, nos deberíamos abstener de obligarle a nacer.

"Sé lo que vas a decir, es imposible conseguir consentimiento de un ser inexistente" dice Amanda, una antinatalista. Ella afirma que eso mismo es el punto —si no puedes conseguir ese consentimiento, no impongas el daño—

Naturalmente, cuando me topé con este pensamiento me alarmé; me sonó a la cansina retórica de que las personas de bajos recursos deberían ser privadas de formar una familia. Siempre he estado opuesto a aquello, pienso que el derecho de formar una familia debería ser el mismo para todos, y en el Estado recae el deber de garantizarlo.

No obstante, la idea del Antinatalismo ha paseado en mi mente desde aquel momento —Yo no decidí nacer—. Mi vida, a mis casi 18 años parece carecer de sentido; todo lo que hago es por y para producir. No consigo tener un momento ocioso sin ser recordado de que mi principal propósito en este mundo es ser una máquina eficiente y creadora. De haberlo sabido, no hubiese querido nacer.

Ahí fue cuando se me encendió la bombilla. En la fase actual del capitalismo solo servimos como "productores de riqueza", por así decirlo. Por lo tanto, la clase burguesa es absolutamente dependiente de nosotros. ¿Es posible deducir a dónde estoy llegando?

Obviamente, no he descubierto América. El escritor Antonio Melonio ya habla de esto en su escrito: "The childfree are ungovernable". Nos expone la realidad del capitalismo actual; los burgueses QUIEREN que tengas hijos. Es por eso que nos venden la imagen de familia "tradicional". Usan estos hijos como armas. Un proletario con hijos no es capaz de revolucionarse, puesto que tiene hijos que mantener, sería un riesgo demasiado grande...

Trabaja por ti, trabaja por tu pareja, trabaja por tus hijos; Muere, y afirma que tu cometido ha sido cumplido. Detrás de esa premisa se encuentran las ganancias de todas las empresas, todos los jefes, a los que les has generado un beneficio. Y por mucho que tú estabas en contra del sistema, no te has podido pronunciar en contra de este, por los riesgos que esto conllevaría. <<Piensa en los niños>>

Esto parece una visión un tanto pesimista, ¿es realmente no tener hijos la única respuesta contra el capitalismo? Obviamente no. Pero definitivamente nos debería hacer reflexionar sobre el impacto que suponemos la clase proletaria para la clase burguesa. Ellos nos necesitan, saben que son totalmente dependientes de nosotros. Harán lo que sea posible para conseguir hacernos creer que necesitamos ciertos caprichos, cierto estilo de vida. Todo para poder someternos con total libertad y dejarnos ligados al trabajo, nunca dejar de producir. Como el filósofo Slavoj Žižek presenta en su obra "El sublime objeto de la ideología", las creencias sobre el nacimiento y la muerte están impregnadas de valores culturales que no solo regulan la vida social, sino también la vida individual, mostrando cómo la ideología interviene en lo más personal y biológico, como lo es la decisión de tener o no hijos. Esta ideología o esta cultura, puede y es inducida por la clase burguesa mediante insaciable propaganda y otros recursos.

De igual manera, debemos ser críticos con esta ideología también; la idea de que los niños son una extensión de la opresión capitalista y que su existencia solo perpetúa el sufrimiento es una visión demasiado reduccionista. Recordemos lo que dije al comienzo de este artículo: "el derecho de formar una familia debería ser el mismo para todos, y en el Estado recae el deber de garantizarlo". Por lo tanto, en vez de demonizar la natalidad y verla como una carga, debemos pensar en cómo podemos fomentar una sociedad en la que los niños crezcan con la conciencia crítica necesaria para luchar contra la injusticia. El verdadero desafío es reformar un sistema que explota y deshumaniza a las personas, y para ello necesitamos un enfoque integral que considere tanto las condiciones materiales como las ideológicas que sostienen el orden actual.